A principios del siglo XX, mientras sus padres dirigen las excavaciones de un yacimiento en Egipto, la joven Theodosia y su hermano encuentran un amuleto misterioso en una tumba antigua: el Ojo de Horus. De vuelta a casa, en Londres, Theodosia piensa que el amuleto puede estar protegido por un hechizo muy peligroso que puede llegar a provocar la muerte del que lo toque. Nadie de su entorno está dispuesto a creer en la posibilidad de que la magia exista ni de que pueda haber nada de cierto en las leyendas de los antiguos egipcios.

Theo está muy preocupada porque su padre ha tocado el Ojo de Horus sin guantes. Está convencida de que el amuleto es mágico y que le protege una maldición que ahora podría afectar a su padre. La familia piensa que Theo se imagina cosas y ni se plantean que la magia pueda existir. Ahora, a los padres sólo les preocupa dar buena impresión a unos ilustres visitantes: una princesa egipcia y su tío que le hace de tutor, una persona importante con muchos contactos que les podría conseguir los permisos necesarios para poder volver a Egipto y continuar excavando.

Theodosia y sus amigos consiguen escapar del sótano de la casa en la que han entrado. Theo se lleva un libro de magia con la esperanza de encontrar un hechizo que permita anular la maldición.

Theo tiene una visión en la que una reina del antiguo Egipto le dice que debe proteger su mundo de los peligros de la magia. Al ser capaz de ver si un objeto está bajo la influencia de la magia, la chica se propone identificar todas las piezas del museo que podrían ser peligrosas por los hechizos que las acompañan y protegerlas con amuletos o ponerlas fuera del alcance de los visitantes para evitar incidentes. Sin embargo, no cuenta con una nueva pieza muy grande que está cargada de una magia muy peligrosa.

Theo tiene una visión del salón recreativo en llamas y con mucha gente gritando asustada. Como la visión la deja muy preocupada, decide ir allí y convence a su hermano de que le acompañe. En la misma visión, Theo también ve al maestro de las serpientes, y él también la ve a ella y quiere saber quién es. Mientras tanto, Will y su madre deben conseguir dinero para pagar el alquiler porque si no los echarán de casa.

Theo detecta una actividad mágica especialmente intensa en torno al Ojo de Horus y le explica a Will que está preocupada. El padre y la madre de Henry y Theo esperan la visita de una inspectora que puede ser determinante para que les concedan un permiso para volver a excavar en Egipto. Mientras, Henry, con la ayuda de Safiya, inventa una máquina para limpiar que no acabará de funcionar bien. Más bien todo lo contrario.

Por un malentendido, Artie da a entender a Will que Safiya le convenció de que le diera trabajo, y Will, muy ofendido, se enfada con ella. Safiya no entiende por qué le acusa de algo que no ha hecho, y él aún se enfada más. Mientras, Theo explica a Henry que deben proteger el Ojo de Horus porque está segura de que las serpientes del caos irán al museo a robarlo. Theo no tiene amuleto porque se lo regaló a Artie, y Henry la convence de que vaya al salón recreativo a recuperarlo porque es muy peligroso enfrentarse a las serpientes sin protegerse de la magia.

Theo oye una música extraña que no sabe de dónde viene. Como es la única que la percibe, piensa que viene del Ojo de Horus y que el amuleto quiere comunicarse con ella. Los chicos quieren ir a buscarlo, pero la abuela obliga a Theo a quedarse en casa a ordenar la habitación, y sólo pueden ir Henry y Safiya. Por otro lado, Will se entera de que quien le dijo a Artie que le diera trabajo fue Theo y se enfada muchísimo con ella.

Faltan dos días para el eclipse y Theo y sus amigos deben apresurarse a recuperar el Ojo de Horus antes de que las serpientes del caos consigan sus maléficos propósitos. Cuando encuentran el lugar secreto donde las serpientes tienen el Ojo de Horus escondido, los chicos preparan un plan para entrar disfrazados y llevarse el amuleto. Es una misión peligrosa y, además, deben buscar una excusa para no ir a clase. Theo encuentra un hechizo que les puede ayudar a solucionar este problema, pero tiene sus peligros.

Faltan pocas horas para el eclipse de sol y las serpientes del caos están dispuestas a conseguir el Ojo de Horus como sea. La señorita Krait se va al museo a buscarlo. Allí encuentra a Theo y Henry, porque su madre les hace participar en el acto benéfico que han organizado en el museo para observar el eclipse; pero el Ojo de Horus lo tiene Will, que lo ha escondido en el salón recreativo. Cuando se acerca la hora del eclipse, el Ojo empieza a hacer cosas extrañas y Will tiene que llevárselo.