Brigitte tiene apenas 15 años cuando posa para la portada de una flamante revista femenina, ELLE. Vadim, el joven ayudante del prestigioso director Marc Allégret, se fija rápidamente en ella y su familia burguesa, un clan acomodado del elegante barrio de Passy, la autoriza a participar en las pruebas de una película. Sus padres no creen en su talento ni en su futuro como actriz. Sin embargo, su encuentro con Vadim cambia rápidamente el curso de los acontecimientos. Brigitte descubre el cine, pero sobre todo descubre el amor, la sexualidad y la libertad. Se rebela contra su educación estricta y convencional, crece y descubre su feminidad y su personalidad. Después de que su padre amenace con separar a la pareja, Brigitte decide continuar su relación amorosa en secreto, mientras que delante de todos sigue llevando la vida de una 'buena niña'. Evita las trampas de la alta sociedad, desafía las convenciones y se deleita con su amor secreto.

Son amantes desde hace cinco años, casados desde hace dos. Vadim va a rodar su primera película, 'Y Dios creó a la mujer'. La heroína, Juliette, está muy inspirada en Brigitte: liberada, hermosa, un cuerpo desvergonzado y esa mezcla explosiva de provocación e ingenuidad que enloquece a los hombres. Para la localización, elige un pueblecito poco conocido de la costa mediterránea: Saint-Tropez. También contrata a un actor de 20 años para interpretar a Michel, el amante maldito. Jean-Louis Trintignant es un joven serio e introvertido. Brigitte no se deja impresionar demasiado por su gélido compañero, que parece estar en sus antípodas. Pero delante de todo el equipo, y de Vadim detrás de la cámara, empieza a crecer entre ellos una gran atracción.

Brigitte va de una película a otra. Todo el mundo, sus agentes, sus productores están extasiados. Brigitte maneja a la prensa con habilidad y encanto, su notoriedad es cada vez más abrumadora. Su fama también resulta útil: Brigitte consigue que Jean-Louis regrese de Alemania para terminar su servicio militar lejos de Argelia. Está encantada con la llamada de su ídolo, el cantante Gilbert Bécaud, para reunirse con él. Tras el espectáculo, las dos estrellas comparten una atracción inmediata. Jean-Louis está angustiado, se siente traicionado. A pesar de las súplicas y los votos de fidelidad de Brigitte, decide dejarla. Ella cae entonces en una trampa inverosímil: ¡una aventura con un hombre no sólo casado, sino también muy famoso!

En el funeral de su adorado abuelo Brigitte está desconsolada y rodeada de su familia y amigos íntimos. Por suerte, pronto estará en el plató y los niños podrán por fin ver una película con BB. Su compañero, Jacques Charrier, hijo de un coronel, es un joven de aspecto viril y encantadores hoyuelos. Es enérgico y muy seguro de sí mismo, y se enamora perdidamente de Brigitte. La presenta a sus padres como el amor de su vida, la futura madre de sus hijos. Las películas, dice, pronto serán un recuerdo lejano. Sus padres están preocupados por la ingenuidad de su hijo, pero Jacques parece tan feliz... Sin embargo, Brigitte no tiene ningún deseo de formar una familia, de hecho, la idea de tener un hijo le aterroriza. Cuando descubre que está embarazada, es como una bomba. Pide ayuda a Vadim.

Brigitte está embarazada de tres meses y nadie en el plató debe saberlo. Para desesperación de sus padres, Jacques rompe su contrato. Alain Delon le sustituye. Bardot vuelve a sentir pánico ante la idea de quedarse sola durante su embarazo, que ahora es de dominio público gracias a la prensa, y se reconcilia con Jacques. Pero, una vez más, el ejército se interpone en su relación: Jacques ha sido llamado a filas. Una foto de Brigitte embarazada vale una fortuna, por no hablar de la foto del bebé. Día y noche, los paparazzi acampan ante el apartamento de la pareja en el distrito 16 de París.

La fiesta está en pleno apogeo; hay amigos, músicos y Brigitte baila y recupera parte de su buen humor. Ni el enfurruñado Jacques ni el bebé que llora consiguen aguar la fiesta. ¿El amor maternal? Está claro que no. Está concentrada en la preparación de su nuevo trabajo, la elección de su futura pareja y su ambigua relación con el director. Jacques ha caído aún más en la depresión y va y viene a la clínica. El rodaje es difícil. Sólo Alain, confidente y ayudante devoto de Brigitte, está allí para consolarla y compartir sus momentos de soledad. Clouzot se aprovecha de las debilidades de Brigitte; es severo y cínico. Su forma de dirigir a menudo implica violencia física y roza lo insoportable. El joven Sami Frey permanece prisionero de un silencio que sólo rompe cuando la cámara está rodando. Brigitte está intrigada e inquieta por este joven que ni siquiera la mira. Entonces Sami explica por fin su comportamiento: tiene sentimientos desbordantes que oculta tras una aparente indiferencia.