Un viejo petrolero se aleja del rumbo previsto y se dirige peligrosamente hacia el puente fronterizo de Øresund que une los países de Suecia y Dinamarca. La Guardia costera trata de contactar con el buque antes de que se produzca una catástrofe pero no obtiene respuesta por parte de los tripulantes. Cuando la investigadora Saga Noren llega al lugar del incidente, descubre que la embarcación no tiene tripulación. En su lugar hay cinco personas encadenadas: tres jóvenes suecos y dos daneses. Su apariencia indica que no se encuentran en buen estado y, de hecho, no tardan en confirmar que tienen una grave enfermedad. Cuatro ecoterroristas disfrazados reclaman en un vídeo la autoría de los hechos. El compañero de Saga, Martin Rodhe, no tarda en incorporarse a la investigación del caso a pesar de haber sufrido una crisis nerviosa recientemente.

Poco después de descubrir que los cinco jóvenes encadenados en el petrolero que se dirigió hacia el puente fronterizo, los investigadores descubren que estaban infectados por la peste. Saga y Martin, que estuvieron en contacto con ellos, deben de realizar unos análisis para comprobar si han sido contagiados y, mientras tanto, quedar en cuarentena. Durante la cuarentena, no podrán salir del recinto hospitalario por lo que sus pesquisas se verán interrumpidas hasta recibir los resultados. A partir de entonces contarán con la ayuda de un colaborador sueco y de una danesa: Rasmus y Pernille. Por otra parte, empiezan a reportarse una serie de fallecimientos a causa del consumo de alimentos envenenados. Los investigadores deberán comprobar si las sospechas de que ambos casos están relacionados, son ciertas.

Los cuatro ecoterroristas que difundieron el vídeo en el que reclamaban la autoría del incidente del viejo petrolero, son el objetivo de las investigaciones de Saga Norén y Martin. Saga se arma de valor para examinar, junto al patólogo, cuatro cuerpos para tratar de concluir si se trata de los propios sospechosos. Los detectives manejan la hipótesis de que los ecoterroristas pudieron ser asesinados al estar el cerco de la policía tan próximo a ellos, lo que plantea también la idea de que probablemente no trabajasen de forma aislada y formaran parte de un grupo de operaciones más grande. La investigación trata de aclarar si Niklas robó la droga que fue utilizada para llevar a cabo el envenenamiento de las cestas de fruta y la comida consumida por las víctimas. No obstante, su muerte plantea nuevas incógnitas de difícil resolución.

El trabajo de investigación que llevan a cabo Saga y Martin les lleva a descartar que la muerte de los ecoterroristas haya sido a causa de un suicidio. Por tanto, los detectiven siguen brajando la hipótesis de que se trata de un asesinato con oscuras intenciones. Consideran que los sospechosos no trabajaban de forma aislada sino que formaban parte de un equipo operativo mucho más grande. Su trabajo se centra en dar caza al líder de la organización ya que consideran que pudiera desatar el caos con nuevas acciones criminales. La relación profesional que Saga mantiene con Martin continúa siendo entorpecida por la forma de ser de ambos. Saga tiene dificultades para relacionarse socialmente y actúa con una franqueza que a menudo le acarrea algunos problemas. Por su parte, Martin decide contarle que su hijo está enfermo.

Una testigo que se llama Laura y que puede tener alguna clave para la investigación de los acontecimientos, se despierta herida y con amnesia en el hospital. Su estado impide que pueda aportar información a los detectives. Sin embargo, Saga considera que Laura ha visto algo importante y, por este motivo, le han disparado. A medida que los trabajos continúan, un nuevo grupo de cuatro personas entra en escena con la publicación de un vídeo online mostrando cabezas de animales al igual que el primer grupo terrorista cuyos miembros aparecieron muertos en un contenedor. No obstante, la conexión entre ambos grupos no está clara y pudiera ser que no tengan ningún tipo de relación entre ellos. La falta de empatía y las dificultades sociales de Saga siguen siendo una constante en este episodio.

Nikolaj, el hijo del inspector Martin Rohde, está enfermo y se encuentra en estado grave. Martin debe alejarse del caso y acudir al hospital para cuidar de él. La niñera de Mette y Martin, Anna-Dea, podría estar implicada en el estado de Nikolaj ya que su perfil encaja con las características del síndrome de Münchausen. Sara acude al centro hospitalario para informar a Martin de las últimas novedades del caso. Los últimos acontecimientos traen importantes novedades de cara a la investigación: aparece un barco hundido que contiene restos óseos; todo indica que pudiera estar relacionado con el caso del ecoterrorismo. No obstante, será un desafío para los investigadores confirmar si la conexión entre ambos sucesos es real o simplemente una coincidencia.

Saga y Martin investigan un nuevo riesgo cuando alguien lanza la amenaza de hacer estallar una planta química y, por consiguiente, contaminar una fuente de agua. Además, Viktoria Nordgren, la directora ejecutiva de la compañía farmacéutica Medisonus, sugiere que las substancias de Medisonus podrían haber sido usadas en los asesinatos de los ecoterroristas. El jefe de seguridad de la compañía, Peter Thaulou, mantiene una reunión en la habitación de un hotel con un funcionario de la agencia ambiental lituana que deberá ser investigada para esclarecer si tiene relación con el caso. Por su parte, la agente Saga concluye después de su experiencia en el terreno sentimental que vivir en pareja es mucho más complicado de lo que podría parecer en un principio.

El agente Martin realiza una visita a Jens (Lars Simonsen) en la cárcel, un hombre que ha tenido rondando en su cabeza la idea de morir desde los primeros acontecimientos en el puente de Øresund. Una de las víctimas que ha aparecido en el barco hundido era una joven cuyo implante mamario ha sido encontrado con el número de serie intacto. Aunque Saga tenía la teoría de que se trataba de una actriz dedicada al mundo del porno, el padre de la fallecida confirma que no se dedicaba al porno y que había recibido una contraprestación económica por parte de la farmacéutica Medisonus a cambio de participar en un ensayo clínico diez años atrás, precisamente en la época en que Lennart Blomgren formaba parte de la compañía. Por su parte, Saga sospecha que una declaración ha podido ser manipulada.

Saga y Martin tienen un boceto del sospechoso que ha tramado el plan terrorista con armas biológicas y consideran que pueden estar cerca de la resolución del caso. Con ello, estarán en condiciones de salvaguardar el futuro del planeta. Sin embargo, la amenaza biológica ha alcanzado a Pernille, quien deberá tomar la decisión más complicada de su vida. Por su parte, el tema de las idas y venidas en la relación de amistad entre los investigadores Saga y Martin continúa siendo la tónica dominante. No obstante, cuando todo apuntaba a que, pese al choque de sus personalidades, la amistad podría consolidarse entre ellos, un nuevo descubrimiento frena todo progreso. Saga se da cuenta de que Martin investigó su pasado personal y familiar, algo que a la detective no le gusta en absoluto y que interpreta como una traición.

Cuando los agentes Saga y Martin creían que estaban muy cerca de resolver los acontecimientos terroristas, llegan novedades que evidencian lo equivocados que estaban. Ambos investigadores deberán actuar rápidamente para evitar que se sigan produciendo tragedias. Saga deberá tomar una decisión que pone en riesgo su amistad con Martin. Todo parecía que fluía correctamente entre ellos hasta que Saga descubrió que Martin había estado investigando detalles del pasado de la detective -en particular, una cuestión relacionada con su hermana fallecida- y de los cuales ella no se muestra demasiado orgullosa. Y al revés ocurre algo parecido: Saga también protagoniza algunas acciones que no sientan especialmente bien a Martin. Por otra parte, la relación entre Saga y Jakob llegará a un razonable desenlace.